lunes, 16 de noviembre de 2009

Día 14: explorando Phu Quoc en moto

Hoy es el día en el cual vamos a explorar la isla con unas motos. Después de desayunar en la playa, alquilamos unas Yamahas de 125 cc que tenían bastante potencia; a mi por lo menos me costo un poco hacerme con ella.

Como dos capitanes intrépidos nos hicimos a ese mar lleno de motos, bicicletas, algun que otro coche, gente y ruido, mucho ruido. Para mas inri la carretera sin asfaltar llena de socavones y como colofón el Monzón ya que empezó a caer una cortina de agua ( expresión de mi madre) como si fuera el diluvio universal; nosotros tuvimos suerte y nos pudimos refugiar bajo una especie de toldo hasta que amaino lo suficiente como para emprender de nuevo la marcha.






Una vez ya de camino nos encontramos a un motorista local que nos indico el camino a seguir; el objetivo era una playa perdida al final de la isla.

























Cuando llegamos allí tuvimos la "agradable" sorpresa de reencontrarnos con Luis, el aventurero, jugador y put... Allí estuvimos haciendo fotos y pegandonos un baño, al menos yo. Cuando acabe de bañarme me dirigí a la mesa (había como una especie de merendero con mesas fuera) donde estaban Jose, Luis y un belga que andaba solo por ahí y que Luis lo pillo por banda.






Allí estuvimos hablando de todo, bueno básicamente solo hablaba Luis y de sus correrías con una u otra modelo y de sus apuestas en los casinos; mas tarde cuando el belga ya se había ido Luis nos confeso que también iba con muchas chanchas y que cuando tenía suerte en el casino de Madrid se iba de putas despues de jugar y que tenía controlada una rubia rumanesa que lo tenía loco ( 100 euros, 45 minutos). Jose y yo nos miramos y pensamos lo mismo, joder que putero era el tipo.

Empezaba a hacerse tarde así que cogimos las motos y nos encaminamos de nuevo hacia el hotel por otra carretera, la de la costa. Menudo camino de cabras!












Claro y de tanto saltar y topar con piedras a Luis se le pincho la rueda de atrás. Así tiro durante unos quilómetros hasta que pudimos parar al lado de una casa perdida en la playa. Allí nos salió una mujer ya entrada en años que al ver la moto y sin mediar palabra alguna cogió una caja de herramientas y empezó a desmontar toda la parte de atrás de la moto.





Jose y yo mientras tanto nos dedicamos a intentar hablar con la familia de la mujer, un hombre mayor sin dientes y con una gorra de México y una chica joven muy simpática la cual se gano las atenciones de nosotros dos; y digo solo nosotros dos porque Luis estaba con la mujer intentando comprender porque la misma estaba desmontando el amortiguador y el tubo de escape cuando solo se trataba de un pinchazo.






Yo intente tranquilizarlo diciéndole que si lo hacia así era por algo y que seguro que todo iría bien aunque yo en mi interior veía la cosa muy negra. Pasaron los minutos y allí cada vez habían mas tornillos y piezas sueltas y la llanta todavía sin reparar. Luis andaba muy nervioso y al final tomamos la decisión de que seria mejor irnos y dejar la moto allí, en manos de esa familia ya que estaba empezando a oscurecer y no era cuestión de conducir por ese pastizal a oscuras.

Después de despedirnos de la mujer (ya parecía que había sacado por fin el tubo de escape) y de la familia, nos montamos en las motos. Jose fue en la suya y yo deje conducir la mía a Luis ya que me dijo que tenía experiencia en llevar a otras personas en moto (digo yo que seria a alguna que otra mujer de la vida que las recogería para ir al tema...).

















































Experiencia si que tenía ya que el cabronazo iba a toda pastilla para que no nos pillara la noche. Pasamos por la ciudad y dimos una vuelta de campeonato pero al final llegamos todos sanos y salvos al hotel.

La moto de Luis la irían a buscar los del hotel esa misma noche y antes de que la mujer la desmontara totalmente, cosa que no ocurriría hasta el día siguiente al ritmo que iba la susodicha.

Por la noche nos volvimos a juntar con Luis para una parrillada de pescado; vieiras, langostinos, atún, etc, que buena que estaba. Durante la cena nuestro comensal aprovecho para contarnos lo bonitos y bien aprovechados que estaban los burdeles en Brasil, nada que ver con los de Cuba o thailandia y solo comparables a los mejores de España; nada, un pozo de ciencia el Luis este; digo yo que en lugar de hacer la guía azul podria hacer la guía roja...

En fin, la velada se acabo tomando unas copas al lado del mar con unas chicas australianas que conocimos momentos antes y solo con el oleaje de música de fondo y bueno eso si, y a Luis que no callaba, contando mas batallas de amor, desamor, putas y reputas por medio mundo, con la consiguiente cara de admiración - sorpresa de las chicas. Al final y no se si por producto del ron que se había tomado pero nos confeso a todos que a sus 51 quería ya casarse y tener hijos pero el problema es que no sabia con quien; ahí se nos enterneció el corazón a todos y nos fuimos a dormir (cada uno/a en su cama) con otra idea de Luis: si es que en el fondo es un incomprendido...


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